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La agenda política de Donald Trump beneficia al 1% más rico de EE. UU.

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La nueva administración corre el riesgo de alienar a los estadounidenses con su programa de “deconstrucción”.

Se suponía que Donald Trump iba a liderar una rebelión en contra de las élites de EE.UU., aunque, en realidad, está preparando un banquete para deleitarlos.

La Casa Blanca de Trump está diseñando planes para implementar una extensa desregulación, recortes de impuestos y una nueva generación de contratos de defensa. La única pregunta es la rapidez con la que realizará estos cambios.

En cambio, los planes de Trump dirigidos a la clase media ya se están disminuyendo. Las probabilidades de implementar un gran proyecto de ley de infraestructura son cada vez menores. En el campo de mercadotecnia, esto se conoce como señuelo y cambio. El efecto de la agenda económica de Trump empeorará las condiciones que fomentaron el auge de su candidatura presidencial.

Los principales ganadores son Wall Street, el sector de energías fósiles y el de defensa. La semana pasada Stephen Bannon, el asesor más influyente del presidente, describió a todas estas regulaciones como la “deconstrucción del estado administrativo”.

Con la implementación de cada nueva regulación, se eliminarán dos. Los primeros ejemplos de esto se verán esta semana, con órdenes ejecutivas dedicadas a deshacer el “plan de energía limpia” de Barack Obama, que limita las emisiones de dióxido de carbono, y con otra orden que trata sobre el agua limpia.

La anticipación de estas órdenes han alimentado el auge de las acciones de energía desde que Trump asumió la presidencia. El Promedio Industrial Dow Jones subió más durante el primer mes de Trump que bajo cualquier otro presidente desde Franklin Roosevelt.

Las acciones financieras también han experimentado un auge desde la elección. La mayoría de las protecciones incluidas en la ley Dodd-Frank después del colapso de Lehman Brothers están en la mira de la Administración Entre ellas se encuentran la norma de Volcker, que restringe a los bancos de especular con el dinero de otras personas, y posiblemente hasta aquellas protecciones diseñadas para defender al consumidor, aquel sector que Trump denominó como “el estadounidense olvidado” de publicidad y mercadotecnia irresponsables.

Dichas reglas han impedido que los amigos del Presidente en Wall Street puedan otorgar préstamos, aseveró Trump este mes.

El ataque ya ha comenzado en otros sectores. La ‘deconstrucción’ de Bannon ya está afectando la mayoría de las áreas de la actividad federal de EE.UU. La semana pasada, las acciones de las cárceles privadas con fines de lucro se dispararon después de que el
Departamento de Justicia se suponía que Donald Trump iba a liderar una rebelión en contra de las élites de EE.UU., aunque, en realidad, está preparando un banquete para deleitarlos.

La Casa Blanca de Trump está diseñando planes para implementar una extensa desregulación, recortes de impuestos y una nueva generación de contratos de defensa. La única pregunta es la rapidez con la que realizará estos cambios.

En cambio, los planes de Trump dirigidos a la clase media ya se están disminuyendo. Las probabilidades de implementar un gran proyecto de ley de infraestructura son cada vez menores. En el campo de mercadotecnia, esto se conoce como señuelo y cambio. El efecto de la agenda económica de Trump empeorará las condiciones que fomentaron el auge de su candidatura presidencial.

Los principales ganadores son Wall Street, el sector de energías fósiles y el de defensa. La semana pasada Stephen Bannon, el asesor más influyente del presidente, describió a todas estas regulaciones como la “deconstrucción del estado administrativo”.

Con la implementación de cada nueva regulación, se eliminarán dos. Los primeros ejemplos de esto se verán esta semana, con órdenes ejecutivas dedicadas a deshacer el “plan de energía limpia” de Barack Obama, que limita las emisiones de dióxido de carbono, y con otra orden que trata sobre el agua limpia.

La anticipación de estas órdenes han alimentado el auge de las acciones de energía desde que Trump asumió la presidencia. El Promedio Industrial Dow Jones subió más durante el primer mes de Trump que bajo cualquier otro presidente desde Franklin Roosevelt.

Las acciones financieras también han experimentado un auge desde la elección. La mayoría de las protecciones incluidas en la ley Dodd-Frank después del colapso de Lehman Brothers están en la mira de la Administración Entre ellas se encuentran la norma de Volcker, que restringe a los bancos de especular con el dinero de otras personas, y posiblemente hasta aquellas protecciones diseñadas para defender al consumidor, aquel sector que Trump denominó como “el estadounidense olvidado” de publicidad y mercadotecnia irresponsables.

Dichas reglas han impedido que los amigos del Presidente en Wall Street puedan otorgar préstamos, aseveró Trump este mes.

El ataque ya ha comenzado en otros sectores. La ‘deconstrucción’ de Bannon ya está afectando la mayoría de las áreas de la actividad federal de EE.UU. La semana pasada, las acciones de las cárceles privadas con fines de lucro se dispararon después de que el Departamento de Justicia eliminó una regla de la administración Obama que había acabado con la contratación privada de las detenciones federales.

Ya habían subido después de la declaración asegurando que la administración iba a detener a los inmigrantes ilegales en centros federales en vez de liberarlos.

Así mismo, el nuevo director de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) ha purgado partes importantes de las normas de neutralidad de la red establecidas para proteger a los consumidores de prácticas discriminatorias. La FCC también ha abandonado los planes para abrir el mercado de cajas de televisión por cable a la competencia.

Seguramente veremos auges similares en el sector de educación superior con fines de lucro, en las acciones de defensa industrial y entre los contratistas de vivienda pública.
La escala del recorte de impuestos de Trump es más vaga. Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, quiere implementarlo en agosto. No está claro si incluirá un “impuesto de ajuste fronterizo” que afectaría a los importadores pero que, supuestamente, animaría a los fabricantes a realizar la producción en casa.

El impuesto de importación recaudaría cerca de US$1 billón en la siguiente década y financiaría un recorte de impuestos más grande.

Como era de esperar, las únicas acciones que han sufrido desde que Trump asumió la presidencia son las grandes minoristas como Walmart, que son las que se verían más afectadas por un impuesto fronterizo de 20%.

Sus clientes son los estadounidenses olvidados cuyos gastos en alimentos aumentarían. A ellos no les va a afectar si el presidente aprueba un recorte grande o de tamaño mediano. Las reglas matemáticas aseguran que los beneficios se repartirían de manera desproporcionada al 1% de personas más ricas del país.

¿Cómo mantendrá Trump felices a los estadounidenses olvidados? Sus únicas promesas concretas eran impulsar la infraestructura y proteger beneficios como la Seguridad Social y el Medicare. Sólo la segunda promesa parece probable.

Los planes para aumentar el gasto en infraestructura eran más aparentes que reales; la mayor parte del nuevo dinero provendría de créditos tributarios en lugar del gasto público. Pero este no tiene probabilidades de pasar en el Congreso este año.

La respuesta más bien se encuentra en la promesa más grandiosa de Trump de seguir una agenda de “comprar EE.UU. y contratar EE.UU.”. La belleza de esta promesa es que él puede definirla como él quiera. En gran parte lo está logrando al hablar incesantemente sobre el “gran lío” que dice que heredó de Obama.

Deportar a inmigrantes ilegales cuenta como contratar a estadounidenses. Pedirles a las compañías que anuncien la creación de nuevos empleos en EE.UU., o de traer los empleos de vuelta a casa, también alimentará esa narrativa, aunque en realidad estén disfrazando un plan existente. Debemos esperar un torrente de anuncios falsos de creación de empleos.

El lado más oscuro de esta situación es a quién culpará Trump cuando se empiece a quejar la gente. El enemigo perenne de su administración es lo que Bannon denomina como “la gran oposición”: los medios. Las malas noticias serán desestimadas como propaganda.

Bannon también ha reiterado el caso para el “nacionalismo económico”. China, México y otros ya son los chivos expiatorios. También debemos esperar acciones antidumping en los próximos meses.

Entonces también tenemos a los musulmanes, los inmigrantes ilegales y así sucesivamente. Éstos son blancos fáciles.

¿Las tácticas de Trump lograrán que los estadounidenses olvidados se sientan recordados? Posiblemente. El presidente sabe actuar como si estuviera criticando a la élite al mismo tiempo que está llenando sus bolsillos. La regla que se debe seguir con respecto a Trump, es prestar atención a lo que hace, no a lo que dice. A menudo son aspectos muy diferentes.

FINANCIAL TIMES

Tomado de: http://www.portafolio.co/internacional/agenda-de-trump-beneficia-a-los-mas-ricos-de-ee-uu-503848

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