Aunque el impacto y el efecto del estallido fueron de baja dimensión, “es un nuevo atentado que coloca en riesgo la vida de los trabajadores y el cual rechazamos contundentemente, porque no solamente afecta la infraestructura de la empresa”, indicó Igor Díaz López, presidente de Sintracarbón.
En peligro está toda una división del Cerrejón donde laboran unos 100 trabajadores. Diariamente circulan entre 7 y 8 trenes diarios, cada uno con una tripulación de dos trabajadores, que en cada trayecto asumen el riesgo de un potencial atentado.
A la entrada de la mina del Cerrejón hay un batallón del Ejército; hay fuerza pública tanto al ingreso como en el pueblo más cercano que es Albania, y queda a un kilómetro de la min-. Hay una empresa de vigilancia en el corredor de la vía. Prácticamente hay un vigilante por cada kilómetro y vigilancia de motos haciendo recorridos. Pese a semejante esquema de seguridad siguen ocurriendo los atentados.
“Secuencialmente vienen ocurriendo estos hechos y no hay resultados de las investigaciones ni acciones que permitan evitar este tipo de atentados. A nosotros nos parece extraño y hemos exigido de las autoridades en el Cerrejón una respuesta definitiva. Parece que nos estuviéramos acostumbrando a este tipo de acciones que hay que rechazar contundentemente. Y no sabemos de dónde vienen estos actos y quienes los están realizando”, señala el presidente de Sintracarbón.
La Guajira es un departamento donde se desarrollan muchas actividades delictivas, por estos días está en el ojo del escándalo por múltiples denuncias a nivel nacional. Así que las amenazas pueden venir de múltiples fuentes, las investigaciones no dan resultados y la desidia del Estado sólo acrecienta la incertidumbre.