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El asesinato de Rafael Jaimes Torra, otro aniversario de impunidad

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{image}http://eldia.co/images/stories/130312/006.jpg{/image}Hace 10 años fue asesinado el líder sindical de la USO, Rafael Jaimes Torra; ‘Botellita’, para sus amigos. Su caso es uno de los pocos resueltos, pero tristemente es un ejemplo de que la impunidad en Colombia puede burlar incluso a la justicia.

Rafael se vinculó como soldador de la refinería de Barrancabermeja, alguna vez fue considerado como el mejor soldador de Colombia. Hacia el año 2000 se vinculó a la USO, pero llevaba unos 16 años en Ecopetrol. Desde su afiliación se destacó como un dirigente “netamente gremial que se preocupó muchísimo por el tema de los temporales”, así lo describe Nelson Díaz Vargas, quien ahora es negociador de la convención colectiva de la USO con Ecopetrol, y quien fue amigo personal y compañero de ‘Botellita’.

El 2000 fue el año del florecimiento de la tercerización de las actividades al interior de Ecopetrol, cuando la empresa les quitó funciones a los trabajadores para entregárselas a los contratistas. Rafael Jaimes Torra fue un opositor radical a esta estrategia de denigración de los obreros y le solicitó a la empresa que se hicieran los trabajos directamente. Tal fue su compromiso que le demostró a Ecopetrol con un trabajo en supervisión que resultaba más rentable delegar en personal de planta, además que era la única manera de certificar la calidad.

Nelson Díaz comentó que días antes del asesinato, junto a Rafael y cinco personas más, lideraron un paro exigiendo mejoras salariales. Marped, una empresa contratista que trabajaba para Ecopetrol, amenazó de muerte a los dirigentes del paro. Aun así, el paro continuó hasta tanto no se pagó el ultimo peso a los trabajadores. A la siguiente semana inició una persecución contra esos dirigentes.

A las 9:30 de la noche del 20 de marzo en el Barrio Galán, cuando los trabadores estaban haciendo su paso para entrar a la refinería, Rafael fue ultimado a bala en la calle. “Cuando yo, que era su vecino, pude salir a la calle, vi el carro encendido. Él estaba en el puesto del conductor, pero estaba inclinado hacia el lado del pasajero. Ya era muy tarde”, cuenta Nelson Díaz con dolor.
La muerte de Rafael causó pesadumbre en toda Barrancabermeja, a tal punto que el gerente de la refinería en esa época les dio permiso a todos los trabajadores para que salieran a marchar hacia donde descansaba el cuerpo de Rafael. Luego del permiso, las reacciones contra los trabajadores continuaron. De hecho, ese año fue nefasto para la actividad sindical en Barrancabermeja.

El caso de Rafael es uno de los pocos en el sindicalismo donde se cuenta con una resolución de la justicia. Los determinadores fueron condenados a 40 años de prisión y los asesinos materiales hasta a 37 años. Durante el juicio, uno de los hermanos dueños de la contratista Marped, Omar Sosa, se inculpó por el homicidio, el otro salió libre. Confesó que había contratado a unos ‘paras’ para que ejecutaran a Rafael. A pesar de esa sentencia, luego, los culpables se declararon paramilitares para burlar la condena y acogerse a la Ley de Justicia y Paz. Desde entonces, la justicia se enfrenta a un devenir porque es posible que esta nunca los castigue como debe.

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