{image}http://eldia.co/images/stories/250412/002.jpg{/image}El peligro en los ríos del sur del país es tal que hace unas semanas desconocidos asesinaron a la tripulación entera de una lancha, entre quienes estaba una niña, y dejaron el vehículo con los cadáveres a la deriva del río Caguán.
La Asociación de Transportadores de Botes de Cartagena del Chairá nació en el 2001 sin ningún ánimo de lucro, con un promedio de 40 embarcaciones. Hoy en día, defiende los derechos de los trabajadores de las embarcaciones que surcan los ríos Caguán, Oterguasa, Caquetá y el Amazonas en ciertos lugares. La función de estos cargueros y trasportadores es vital, llevan materiales agrícolas, el ganado ‘limpio’, madera y mercancía hacia el interior del país. Hay vehículos de alto cabotaje con capacidad para 35 y hasta 80 toneladas; y cada uno de ellos genera empleo a personas desplazadas del conflicto armado de la región.
Edilberto Vargas, representante legal de la Asociación, relató el crudo ambiente que padecen en este momento. Cada travesía deben hacerla bajo el escrutinio de las fuerzas militares, por un lado, y los grupos al margen de la ley, por el otro; “tenemos muchas miradas”, dice él.
El ejército y las demás fuerzas del Estado aseguran que los cuidan, pero ellos lo sienten más como una vigilancia permanente. De nada sirvió ese cuidado el día en que presuntos asaltantes abordaron la lancha y masacraron a Juan Mosquera, a su esposa, Rosita Vargas, a su hija, Julitza, y al comerciante Gustavo Castaño. Los dejaron a la deriva “con el motor prendido”, “dando tumbos” en el cauce.
Las fuerzas insurgentes también los tienen acorralados; uno y otro grupo les exigen a los habitantes definir hacia qué lugar en los bandos se dirigen, como si en realidad hubiese algún lado bueno.
El Ejército no recorrió los cadáveres, a pesar de que patrulla el río. Los mismos compañeros de trabajo debieron arriesgarse a recuperar la embarcación, so pena de las consecuencias, para que al menos los cuerpos tuvieran un buen destino.