Bogotá, 1 de mayo de 2020
Conmemoran los trabajadores del mundo un año más de la heroica lucha que hicieran los obreros de Chicago, para alcanzar sus primeras conquistas laborales. Esta celebración del primero de mayo adquiere ribetes especiales. Los pobladores de la tierra enfrentan una peligrosa pandemia que, esparcida por el planeta, contagia millones de personas, mata centenares de miles y destruye economías que, poderosas o enclenques, quedan desnudas ante la gravedad de la crisis que genera el Covid-19. En medio de esta situación, decenas de millones de trabajadores de la salud, el agro y la alimentación, la distribución de bienes básicos y el transporte, los servicios públicos y los estatales ponen sus conocimientos, habilidades y esfuerzos y, en largas y extenuantes jornadas, luchan para enfrentar al coronavirus, evitar miles de muertes, alimentar a la población y proteger -sin arriesgar sus vidas y hasta donde les sea posible- la economía. En varios países lo hacen enfrentando las políticas del capital financiero, los grandes monopolios y los intermediarios que ponen, por encima de la salud, la vida y la protección de millones de seres humanos, sus negocios, capitales, corrupción e intereses.
En nuestra nación no es diferente. Baste tan solo con analizar el comportamiento del gobierno de Duque y su transferencia, a través del FOME, de 25 billones 500 mil millones de pesos a los bancos y demás intermediarios financieros, EPS, ARL, Fondos Privados de Pensiones y a grandes empresas de la comercialización y la importación de bienes agrícolas e industriales. Mientras a los grandes capitales nacionales y extranjeros se les llenan los bolsillos a borbotones, a las capas medias de la ciudad y el campo y a campesinos, trabajadores y demás sectores populares se les niegan o cicatean los recursos indispensables para cuidar su salud y cubrir sus alimentos, para lo cual exigimos, por lo menos, un aporte del estado equivalente a una Renta Básica Universal, RBU, igual a un Salario Mínimo Legal Mensual Vigente SMLMV. Los recursos que hoy entrega el Gobierno Nacional, a través de los diversos programas Familias en Acción, Adulto Mayor, Jóvenes en Acción, Ingreso Solidario y Devolución del IVA son, escasamente, de un billón 850 mil millones de pesos. Lo que le toca a cada familia inscrita en los programas asistenciales son $265 mil pesos mensuales y a los programas que cubren solo personas les tocan $78 mil.
Mientras tanto, a los bancos -por medio de jugarretas propias de la especulación financiera- les dieron a ganar, desde aquí hasta que se les paguen los créditos de las inversiones forzosas en Bonos Solidarios, 500 mil millones de pesos anuales y, está por saber, cuánto habrán de ganar por la refinanciación de las deudas a productores industriales y agrícolas y con cuanto se quedarán de lo refinanciado a comerciantes y cuanto quitarán a los tarjeta-habientes y que tanto le arrancaran a los micro y pequeños empresarios del país. En todo caso, al igual que paso con la tragedia de Armero o con el terremoto del Eje Cafetero y con la desaforada corrupción incluida, el gran beneficiado es el capital financiero y la banca internacional a la que el gobierno acude presuroso en una política de continuar endeudando el país mientras, los bancos extranjeros hacen fabulosas utilidades con las reservas internacionales que, por US $55 mil millones de dólares, tiene el país depositada en la banca mundial, principalmente, norteamericana.
Caso aparte, por la gravedad de éste, es la salud. La esencia de la cuarentena es alargar la llegada del pico infeccioso para poder alcanzar condiciones óptimas que permitan atender a los enfermos, salvar la mayor cantidad de vidas y no saturar clínica y hospitales a fin de que puedan evitar la mayor cantidad de muertes. Sin embargo, los recursos entregados por el gobierno a la red pública hospitalaria son pírricos y para desgracia del personal médico y de la salud se continúan girando los recursos, un poco más de dos billones de pesos a las EPS mientras que, las IPS, clínicas y
hospitales, casi que nada se les ha girado. Escasean todos elementos necesarios para prestar un buen servicio. No hay garantía de nuevas UCIS ni respiradores, en muchos centros de atención no hay ni siquiera vestidos y prendas adecuadas para atender los infectados y para acabar de completar el gobierno nacional toma la decisión de ampliar los sectores que pueden empezar a trabajar poniendo en elevado riesgo la vida de millones de trabajadores y gentes del país -con la implementación de su cuarentena inteligente- contrariando la opinión de la comunidad científica, a lo que se agrega, para desgracia de la nación, el asesinato de dirigentes sociales, que no cesa. Al igual que, el de reintegrados a la vida civil por los acuerdos de paz.
Ante los reclamos de diversos sectores sociales el gobierno esgrime una política de darle largas a las soluciones con el ánimo de que, finalmente, “se salve quien pueda”. No atiende a los pequeños y medianos empresarios a quienes dejan sin los recursos para pagar los salarios de sus trabajadores, no obliga al capital financiero a prestar recursos frescos a productores del agro y la ciudad, se niega a fortalecer los apoyos alimenticios y se burla de las peticiones de médicos y demás trabajadores de la salud. A los estudiantes los atiende de cualquier manera y a los maestros los amenazan. A los artistas se les hacen promesas y lo único que les cumplen es entregar la cuota de pantalla nacional a las casas productoras de entretenimiento extranjeras. A campesinos, indígenas y empresarios nacionales del agro se ponen todo tipo de barreras para acceder al crédito que requieren para producir los alimentos que habrán de alimentarnos y a grandes comercializadores se les permite utilizar miles de millones de pesos para hacer importaciones de productos agrícolas para los cuales fijan aranceles cero.
Pero todo no es oscuro en el mundo. Millones de seres erguidos, pasaran por encima de la realidad que padecen y, en medio de las dificultades sabrán derrotar las políticas neoliberales que hoy los agobian. Pasada la pandemia sacarán sus fuerzas intactas y valerosas para continuar las luchas que habrán de crear un mundo sin privatización de los servicios básicos, flexibilización laboral, sometimiento de la economía nacional y del país.
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