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Gobernabilidad de sangre

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{image}{/image}“Si bien la caída de ‘Jojoy’ fue presentada como el principal trofeo de guerra(…), la muerte de ‘Cano’ será mucho más significativa”. El Tiempo, dos horas después de conocida la muerte de Alfonso Cano.

Tras la muerte en combate de Alfonso Cano, máximo comandante de las Farc, acaecida en contienda armada desatada luego de un ataque sorpresa del Ejército Nacional al lugar de refugio del líder rebelde, los medios de comunicación colombianos dedicaron gran parte de sus contenidos a resaltar la importancia coyuntural que le traería al gobierno Santos ese golpe a la subversión.

Negación de soluciones civilizadas para el largo conflicto que afecta a la nación, apología a la guerra y favorecimiento de la agenda política de la unidad nacional marcaron el macabro papel de los medios de comunicación tradicionales durante las últimas semanas.

La guerra como única salida.

“Hay razones éticas que impiden que Colombia siga ofreciendo oportunidades legales y políticas a los insurgentes, ahora terroristas y narcotraficantes”.1

Desde el rompimiento de los diálogos del Caguán en febrero de 2002, se acuñó la quimera de que la solución del conflicto que envuelve al país pasa por la derrota militar de las fuerzas guerrilleras. Tal delirio ha cobrado en las últimas dos semanas, incluida la del comandante Cano, más de un centenar de vidas en bombardeos, combates y campos minados. Asimismo, con el cambio en la correlación de fuerzas de la última década, generado por la implementación del Plan Colombia y la asesoría militar de Israel, Inglaterra y E.U., las fuerzas armadas del Estado dieron un vuelco estratégico que les permitió retomar la ofensiva en el campo de batalla, situación que ha sido aprovechada por los propagandistas de la guerra para predicarle a la opinión pública la barbarie de la guerra como única solución.

En ese macabro escenario, los medios de comunicación tradicionales, (propiedad de los Grupos Prisa y Planeta, las familias Santo Domingo, Ardila Lule, Sarmiento Angulo, Santos y otras familias de las castas regionales), han caído en la insoportable práctica de hacerle apología a esta vil guerra que a tantos y tantas compatriotas a victimizado.

Apología a la guerra.

Anunciada la muerte de Cano, los tambores de guerra retumbaron en titulares de prensa como “Jaque Mate” y “Cacería de tres años” (Semana 5/11); “Jaque mate a las Farc” (El Espectador 5/11); “Condecorados el valor y el servicio” (El Colombiano 18/11, informando sobre la condecoración otorgada a un soldado herido en la operación Odiseo); “Así son los héroes que dieron de baja a ‘Alfonso Cano’” (El País 5/11).

Con Cano no fue la primera vez que sucedió esto en los medios masivos, un año antes, luego de la muerte de alias ‘Mono Jojoy’, bajo el titular “Estas fueron las armas que se usaron en la operación Sodoma”2, Caracol noticias hizo una desproporcionada apología a la maquinaria de guerra utilizada en la operación ‘Sodoma’, bombas, aeronaves, fusiles, ametralladoras y pistolas fueron las protagonistas de la nota periodística.

Favorecimiento de la agenda política de la unidad nacional.

El Tiempo, diario al que por razones obvias le fue concedida la chiva, a menos de cuatro horas de dar la primicia de la muerte del líder fariano, ya tenía un completo análisis en el que aseveraba que “Con la caída de ‘Cano’, gobernabilidad de Santos se fortalece”3. El mismo día y en el mismo sentido, la revista Semana habló de “Un nuevo aire” en alusión al gobierno nacional. Ambas publicaciones rescatan como dividendos políticos de la muerte de Alfonso Cano en el impulso de la agenda legislativa del ejecutivo, el mejoramiento de la imagen del gobierno y el presidente, y la mejor percepción del país para los inversionistas.

Las declaraciones de los principales ministros de cartera cumplieron el mismo libreto guerrerista. El Ministro de Defensa afirmó en rueda de prensa: “Hoy con emoción debo decir que nuevamente los soldados de Colombia, los policías de Colombia le han cumplido al país…” y no mentía Juan Carlos Pinzón, ver la foto publicada por El Espectador de dicha rueda de prensa4. Por su parte, en su Twitter, el Ministro Vargas Lleras afirmó «Colombianos: qué orgullo ser parte de este gobierno». Y no podía faltar la opinión del yupi Ministro de Hacienda en sentido que la muerte del rebelde “tiene un efecto positivo”5 en la economía.

Con medios de comunicación que claman por la paz al tiempo que hacen apología a la guerra y que se jactan de independientes siendo propiedad de las élites políticas y económicas del país, con ausencia de democracia, exclusión del 99% de la población y una élite del 1% dedicada a gobernar para sí misma, con neoliberalismo y sometimiento a una potencia extranjera genocida, con guerra interna, castas regionales narcotraficantes y una larga tradición de violencia contra el movimiento social, a los gobernantes colombianos, sin el menor asomo de pudor, les resulta muy cómodo hacer alarde de la sangre enemiga derramada para mantener su ‘draculenta’ gobernabilidad.

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