{image}http://eldia.com.co/images/stories/260413/009.jpg{/image}Más allá de las posiciones a favor o en contra acerca del matrimonio igualitario en Colombia, un aspecto se hizo evidente: el debate no estuvo a la altura del tema.
Las declaraciones de los senadores se basaron más en prejuicios y aspectos religiosos que en fundamentos jurídicos y sociales.
De hecho, el debate se centró más en si debía denominarse o no matrimonio, cuando hay criterios de mayor profundidad en ambos lados que no se tuvieron en cuenta. Independientemente de si se está a favor o en contra, hay una realidad social en el país y es que en Colombia son centenares las parejas del mismo sexo conviviendo, en su mayoría son respetadas y aceptadas por la sociedad, pero, después del hundimiento del proyecto ahora están siendo discriminadas legalmente.
El ex candidato presidencial, Carlos Gaviria, hizo un análisis de lo sucedido en un programa de radio nacional, para él el mayor problema es “porque no se le quiere dar el nombre a un contrato que tiene todas las trazas de un contrato que ya existe. Cuando se juntan estas dos personas, van ante un notario y declaran que quieren vivir juntas y que van a compartir mutua ayuda, bienes, etcétera, pero no tiene nombre, se parece uno que sí tiene nombre y ¿cuál es?Matrimonio. Pensamos que si le quitamos el nombre entonces el contrato no es lo que en realidad es”.
Evidentemente Colombia no está preparada para una aceptación de tal magnitud. Los prejuicios que rodean a la comunidad homosexual, como el libertinaje o la depravación, y que provienen del desconocimiento de esta, pesan al momento de que las mayorías les reconozcan sus derechos. Por eso mismo, Gaviria sostiene que “el paso que se dio en el Congreso es importante, porque la lucha de la comunidad LGBTI por sus derechos es reciente y se ha intensificado con la Constitución de 1991, es decir, hace unos 20 años”.
Francia, una sociedad con más historia, vida jurídica y conciencia social, apenas logró aprobar ese matrimonio el mismo día en que el Senado lo negó en Colombia, en medio de fuertes protestas y hasta amenazas de levantamiento social. Así que definitivamente debe considerarse un avance el hecho de que Colombia haya puesto el tema sobre la mesa y lo haya debatido.
El debate que se dio en marco del tema fue bastante pobre, sobre todo, porque las personas del común que estaban a favor del matrimonio igualitario expusieron argumentos de peso, mientras que los senadores de la República que se opusieron, se excusaron en el tema religioso o en creencias personales. Esto descalificó a los senadores, evidenciando que no están preparados para rebatir con argumentos jurídicos o científicos temas actuales.
Al respecto, Gaviria precisa: “Que la comunidad LGBTI siga luchando por sus derechos es absolutamente legítimo. Esto no se puede ver como un fracaso, sino, al contrario como éxito. Entiende uno que los grupos minoritarios que la Constitución de 1991 señaló como grupos dignos de especial protección, como los afrodescendientes, los indígenas, las mujeres o la Comunidad LBGTI, se sienten mejor protegidos por los jueces constitucionales que por el Congreso. Esa es una consecuencia que debe ser subrayada”.