{image}http://eldia.co/images/stories/010312/006.jpg{/image}“Transmilenio llegó a su límite”, así se pronunció el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, ante la protesta de usuarios en puntos de la carrera 30 y en la estación Calle 76 durante la mañana de hoy jueves. El pasado martes la protesta de los usuarios fue en el occidente de la ciudad.
El alcalde ha declarado que puede tratarse de un ‘Plan Tortuga’ por parte de los usuarios, pero la realidad dista mucho de las pretensiones del primer mandatario. Engorrosas esperas, sobre todo a las horas pico, cuando más se necesita el servicio, desorden en la administración de las rutas y pésima atención al usuario son sólo algunas de las deficiencias que enfrentan a diario miles de bogotanos.
La realidad es que el pasajero promedio que debe llegar temprano a su trabajo cada mañana debe soportar esperas de hasta 20 minutos, mientras ve pasar frente a él buses vacíos todos ‘en tránsito’, a la hora de llegada del bus este siempre está más que lleno y absolutamente nadie responde por las demoras injustificadas. La conclusión contundente es que el servicio de Trasmilenio es pésimo.
El problema que las administraciones, tanto distrital como la del sistema, no quieren aceptar es que la infraestructura fue diseñada para un número de buses que ha ido duplicándose a medida que pasan los años, la cantidad de pasajeros incrementa constantemente por las medidas políticas que implementan las alcaldías y el servicio sigue siendo el mismo desde que pusieron en funcionamiento el servicio. Sin contar con que cada mes cierran nuevas vías por arreglo de las losas y que el personal que trabaja en las estaciones no orienta a los usuarios.
Todos estos factores se suman para que el servicio siga decayendo, los buses se represen y se presenten aglomeraciones en las rutas. Pese a ello, la tarifa es cínicamente costosa. Efectivamente, Transmilenio llegó a su límite, pero hace varios años y hasta ahora recurren a alternativas que debieron ser tomadas con mucha antelación.