Sao Paulo, Mayo 3 de 2017
Desde la Confederación Sindical de trabajadores y trabajadoras de las Américas (CSA) queremos transmitir la firmeza y coherencia de la apuesta sindical, política y social del proyecto CSA /CSI que venimos construyendo desde hace más de diez años.
Nacimos de la comprensión de la necesaria unidad del sindicalismo internacional ante la ofensiva del capital en contra de las conquistas de la clase trabajadora, expresada en la implantación del modelo neoliberal que necesita de un mundo sin reglas para profundizar la explotación del trabajo de la mayoría y concentrar la riqueza en pocas manos.
Sufrimos las consecuencias de la violencia y la persecución, heredadas de los regímenes dictatoriales y de la violencia que vivieron nuestros países. Los sindicatos y sindicalistas han sido víctimas de la estigmatización y la criminalización por parte de gobiernos y patronos y de sistemáticos ataques y descalificaciones por parte de los medios de comunicación dominantes.
La CSA y sus principales tesis, resoluciones y orientaciones políticas han sido producto de una amplia consulta con sus organizaciones afiliadas, a través de sus diferentes órganos políticos. Así ha sido desde su fundación. Negar el carácter democrático del proceso de elaboración política y toma de decisiones de la CSA no resiste ningún análisis objetivo. No existe ninguna organización sindical internacional en las Américas que iguale la amplitud, transparencia y coherencia que la CSA ha desarrollado como cultura desde su fundación.
Expresamos nuestro total rechazo a la realización en días pasados de un evento sindical que pretende resquebrajar la unidad sindical en la región. Reafirmamos que solo con el compromiso efectivo y coherente de la clase trabajadora podrá ser posible enfrentar la agenda conservadora, pro empresarial y autoritaria que está en marcha en las Américas y en el mundo.
Desde su fundación, la CSA expresó su compromiso con un proyecto de desarrollo sustentable para nuestros países, basado en la complementariedad productiva, la solidaridad y la integración de nuestros pueblos. Eso está en nuestras tesis fundacionales y ha sido ratificado en los posteriores congresos. Es, además, el soporte fundamental de la Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA), estrategia política de la CSA.
Reiteramos que, ante la embestida que enfrentan los pueblos, los sindicatos deben establecer alianzas con los diversos sectores y movimientos que promueven alternativas al dominio del capital y sus efectos perversos. Asimismo, siempre hemos condenado las pretensiones hegemónicas e imperialistas en nuestro continente, rechazando la presencia de bases militares. Defendemos siempre la tesis de las Américas como territorio de paz.
Siempre fuimos claros en la defensa del sindicalismo socio-político y afirmamos que para la clase trabajadora no es la misma cosa un gobierno progresista, democrático y de izquierda, que el de un gobierno de derecha y antipopular. La realidad ha demostrado eso con el gobierno de derecha de Argentina y el gobierno golpista en Brasil. Nuestro sindicalismo tiene lado. Ese lado es el de la democracia, la libertad y la sustentabilidad, del combate al machismo, al patriarcalismo, el racismo y la xenofobia.
Nadie, en ningún momento, pudo condicionar nuestras críticas y nuestros legítimos reclamos por el pleno reconocimiento de la libertad sindical, la negociación colectiva y el derecho de las/os trabajadoras/es de darse las organizaciones sindicales a que tienen derecho.
También hemos sido claros en la defensa de la institucionalidad democrática, el reconocimiento de los gobiernos democráticamente electos y en nuestra oposición a los golpes de estado. El resultado de los golpes, antes y ahora, ha sido la represión y la criminalización de los sectores populares, el ataque a los sindicatos, el desconocimiento de los derechos, el desmontaje del estado y sus políticas de protección.
En los últimos años y luego de un breve período de recuperación de la agenda social y de derechos, volvemos a ser testigos de una feroz arremetida conservadora política y económica en nuestra región. Los que verdaderamente nunca perdieron sus privilegios y apenas fueron incomodados por los pocos cambios sociales y políticos, hoy lideran una cruzada para desmantelar las pocas conquistas sociales y no han dudado en recurrir a la violencia, la desestabilización y los golpes de estado de nuevo tipo, como los de Honduras, en 2009, Paraguay en 2012 y Brasil en 2016, para recuperar su poder. El sindicalismo realmente democrático no puede transigir con semejantes desmanes y menos prestarse como instrumento de legitimación de la restauración conservadora hoy en curso en la región.
La atomización y división del movimiento sindical solo favorece a los dueños del capital y a los gobiernos que imponen una agenda contraria a los intereses de las/os trabajadoras/es y de los pueblos. Quienes impulsan un sindicalismo de “negocios”, aislado de sus bases, supuestamente pragmático y “no ideológico”, brindan un servicio a los enemigos de la clase trabajadora y envían un pésimo mensaje al pueblo trabajador, justo ahora que se impone un discurso que criminaliza y estigmatiza la lucha social y se instala una agenda conservadora, racista, homofóbica, machista y reaccionaria.
La CSA reivindica la necesaria unidad del movimiento sindical, reconociendo la importancia de la pluralidad, diversidad y diferencias políticas e ideológicas en su seno, propias de su naturaliza democrática. Sin embargo, sostiene que no abandonará sus postulados y principios y no va a conciliar con intereses que no sean los del conjunto de la clase trabajadora, apegada a la ética, honestidad y responsabilidad que exigen sus afiliadas y los /as trabajadoras/es en general. Secretariado Ejecutivo de la CSA São Paulo.