{image}http://eldia.co/images/stories/120312/005.jpg{/image}Cuba no viene a la Cumbre de las Américas, a desarrollarse en Cartagena el próximo mes. Santos quiso quedar como el mediador entre los países que apoyaban la participación de Cuba, con voz y voto, y los que no querían su inclusión. En vez de mediador su papel fue de enviado.
Carlos Medina, catedrático de la Universidad Nacional, explicó los fundamentos ocultos de una invitación que desde un principio tenía más nombres a favor, pero que sus detractores eran más fuertes. Él inicia comentando que “la actitud del gobierno del presidente Santos de no invitar a Cuba a la Cumbre de las Américas es una muestra de las formas de sumisión al poder norteamericano que tienen nuestra nación y que no varía en el comportamiento del nuevo gobierno”.
Medina trae a colación el tema de que Colombia es el único aliado ferviente que le queda a Estados Unidos en Sur América. De hecho, en la Cumbre son pocos los aliados que tendrá Obama, mientras que el número de naciones a favor de que Cuba sea partícipe activo en la toma de decisiones de la región va en ascenso. Es que ni siquiera en su mismo país, las acciones de Obama han logrado generar cambios y mucho menos en las circunstancias de los inmigrantes al interior de Norteamérica.
“Igualmente, es una muestra de que la política norteamericana no se ha modificado en relación con lo que podía ser el gobierno de Bush o de Carter”, dice Medina, resaltando que todos los gobernantes gringos han manejado una política de corte de todas las posibilidades de desarrollo de Cuba y del pueblo cubano.
En contraste, está la posición de Cuba, el cual ha hecho grandes esfuerzos por transformar su régimen político y sus relaciones económicas en términos de los requerimientos del orden global. Para Medina, “hoy se requiere que los países latinoamericanos le tiendan la mano a Cuba y que ellos manifiesten que desean la presencia de Cuba”, no tanto en la Cumbre como sí en las discusiones importantes para Centro y Sur América.