{image}http://imagen.eldia.co/cache/periodismo/billetes_595.jpg{/image}La bancarización está generando dos cosas graves para la economía nacional, contribuye al lavado de activos sin control alguno y favorece a los microcréditos usureros, que juntos producen un efecto más negativo, esclavizan al colombiano a los créditos de consumo.
La Unión Nacional de Empleados Bancarios ha mirado con lupa el tema de la bancarización desde hace unos 10 años. Comparó el comportamiento en Colombia con el de otros países, como Brasil y ha obtenido resultados que no dejan bien parados ni al Gobierno ni al sector financiero.
La primera de las consecuencias cobró forma desde el decreto que creó las corresponsales no bancarias. Estas se tratan de, en áreas donde no es rentable para los bancos abrir nuevas oficinas, las entidades bancarias funcionan a través de intermediarios, del tipo puestos de ventas de Baloto, droguerías o supermercados.
Una de las aristas negativas de esta modalidad es que los bancos no vinculan nómina nueva. Pero, para el caso aquí expuesto, el mayor problema llegó cuando esas corresponsalías comenzaron a operar en Córdoba, Urabá Antioqueño y los Llanos Orientales. Allí, se convirtieron en el mecanismo ideal para ingresar dineros de actividades ilícitas, sea contrabando o narcotráfico, al sistema financiero. Tampoco existen filtros que garanticen un seguimiento a esos dineros, según lo ordenado por las normativas internacionales que Colombia está obligada a cumplir.
La otra consecuencia es que el sector financiero extiende sus actividades a áreas poblacionales no atendidas antes por ellos, pero que eran atendidas por el crédito extrabancario, tipo préstamo gota a gota. Sin embargo, esto se ha convertido en una promoción del microcrédito, una forma de préstamos mucho más costosa, iniciando que para obtenerlo el usuario debe pagar por unos requisitos que de por sí son onerosos.
La Uneb ha comprobado que estas condiciones de la bancarización derivan en que se les sigue vendiendo a los colombianos la idea de que la solución a sus problemas no está en el acceso a un empleo digno y bien remunerado, sino que está en el crédito. Contrario a lo que sucede en otros países del mundo, en Colombia la bancarización no está pensada para el crecimiento productivo de la nación en actividades del agro o industriales, sino que está concebida para el acceso al crédito de consumo que apunta a que el colombiano sólo viva para pagar y esté bajo el yugo del endeudamiento.